El blanqueamiento dental es un
tratamiento dental estético que consigue que el color de las piezas originales
sea de varios tonos menor. Esto consigue dos objetivos: unos dientes más
blancos y brillantes, y como consecuencia un aspecto más limpio, sano y
juvenil.
Al contrario de lo que pudiera parecer
el blanqueamiento dental no es un invento moderno, ya en la antigua Roma se
utilizaba orina mezclada con leche de cabra como blanqueador. Hoy en día los
métodos han evolucionado y son diferentes las maneras de blanquear los dientes,
que van desde el uso del láser a geles o bandas blanqueantes.
La mayoría de las manchas dentales son
eliminables mediante el blanqueamiento dental. Las hay producidas
intrínsecamente, como aquellas debidas a medicamentos (tetraciclinas) o las producidas de manera externa,
las bien conocidas del café, el tabaco u otros alimentos. Aún así hay manchas
que no son eliminables vía blanqueamiento y otros métodos como las carillas de
porcelana se tienen que usar en esos casos.
Los tratamientos de blanqueamiento
dental realizados por odontólogos no provocan en ningún caso abrasión dentaria
para evitar un debilitamiento de los dientes. El empleo de geles que en
contacto con el oxígeno reaccionan químicamente unido al uso de luces
especiales que multiplican el resultado consigue proteger de la abrasión a las
piezas dentarias.
Como la técnica emplea
la reacción del oxígeno presente en el diente, no es posible blanquear restauraciones
como pueden ser las coronas, puentes o incrustaciones. El proceso aquí es el de
blanquear las piezas naturales y posteriormente sustituir las restauraciones
por otras que tengan el nuevo tono de la dentadura.
Las pastas de dientes actuales suelen
tener agentes blanqueadores, que suelen ser pequeñas partículas que limpian las
manchas que comentábamos antes de café u otros alimentos pero, al contrario que
el blanqueamiento dental, no varían el color natural del diente.
No es recomendable realizar muchos
blanqueamientos dentales pues esto puede tener efectos negativos, tampoco es
recomendable en niños por debajo de los 16 años. Tampoco en mujeres embarazadas
o que estén dando el pecho.
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